martes, 25 de septiembre de 2012

Recetas inducidas

Leo en Twitter algo que me resulta familiar, mucho más familiar de lo que me gustaría: paciente que llega a tu consulta a buscar las recetas indicadas en un servicio de urgencias hospitalario, en este caso parece que no llevaba ni informe...una pena.
Una pena que refleja una realidad.Una pena que es un ejemplo de las cosas que pueden y deben mejorar.
Podemos dividir el argumentario desde el punto de vista del paciente,del médico del hospital y del médico de primaria.
Yo, francamente, acabo antes haciendo la receta pero ese no es mi trabajo y mucho menos mi estilo. Yo pregunto qué le pasa, qué le han dicho y cómo está, llámame rara pero soy médico no secretaria. Esto mismo hago cuando un paciente inicia la conversación diciéndome lo que tiene (no lo que nota): "estoy costipado", "me duele la cabeza y vengo a que me tome la tensión" "tengo anginas y necesito antibiótico". Hace 6 días un "catarro" acabó siendo un síndrome coronario agudo. No todas las cefaleas son hipertensivas ni todos los dolores de garganta precisan antibiótico.
Desde hace años se habla de la medicación inducida, esa que indican otros pero cuya receta en papelito hacemos los tontos de primaria. Esa que, generalmente viene desde centros hospitalarios o privados y esa que en muchas ocasiones, y eso es lo peor, no se acompaña de una completa información clínica...parece que un papel blanco con una firma ilegible es suficiente, pues para mi NO LO ES. Hay estudios que describen que el porcentaje de medicación inducida puede llegar al ser del 40%.
Hacer una receta si la indicación es correcta, la información compartida, la comunicación bidireccional no es un problema. Hacer una receta porque "ellos no tienen", porque el informe de alta te lo da la enfermera o sencillamente porque crees que ese es trabajo de otros no es aceptable.
Somos los médicos de primaria los que hemos potenciado esta situación. Si se hubiese manifestado de forma unánime, clara y justificada nuestra negativa a esta mala praxis se podría haber intentado solucionar, pero  "aceptar" nuestro papel secundario en la película del sistema sanitario, o asentir por "no perjudicar al paciente" nos ha llevado a esto. Otro ejemplo de cómo hemos perdido la objetividad en arras de no molestar. Somos profesionales y debemos hacer las cosas desde este punto de vista. Si lo hacemos así el primer beneficiado es el paciente. ¿Qué es preferible, hacerle la receta y que no pierda tiempo o dinero, o evitarle un problema médico? Yo voto por lo segundo (si, soy mala persona, ya lo he dicho en otras ocasiones)
En este momento de historias clínicas informatizadas, de sistemas de recetas electrónicas más o menos implantadas es absolutamente inaceptable seguir haciendo este "trabajo".
A parte dejo el hecho, no desdeñable, de la duplicidad de tratamientos por no mirar ni preguntar que toma el paciente, los efectos secundarios potencialmente peligrosos por indicar tratamientos con contraindicaciones.
Nosotros tenemos un sistema fiscalizador denominado Self-Audit que puede ser positivo a veces. En uno de sus apartados nos "avisa" de que un paciente tiene un medicamento duplicado, y os puedo asegurar sin importarme si parezco una prepotente que todas mis duplicidades son, como dice la leyenda acompañante, causadas por "otro profesional".
El tema de la medicación inducida es más importante de lo que parece: genera problemas de tipo médico puro, utiliza espacios de consulta para procesos administrativos evitables, genera mala relación médico-paciente si te niegas a realizar la receta sea por la causa que sea, potencia la separación entre ámbitos, encubre puntos de ineficiencia en gasto de farmacia o en incumplimiento de recomendaciones de prescripción. En defininitiva es un tema a tratar y resolver.
Os remito a la entrada titulada "Recetando, recetando" para completar lo que os intento explicar.


1 comentario:

  1. En el clavo diste. Aparte de describir un tercio de nuestro día a día, el penúltimo párrafo es para enmarcar la mayoría de razones por las que deberíamos ir a una y plantarnos en este tema. Falta mucha pedagogía al respecto para cambiar inercias de años. Sigue así y contagia a otros.

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