Dice Forrest Gump que la "vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar". No sé la razón pero esta frase ha venido a mi cabeza mientras no pensaba en nada.
A mi no me gusta el dulce (y soy poco dulce) y por ello el chocolate real aparece poco por mi boca, solo en contadas ocasiones (alguna cena, algún pastel...) pero con dos cucharadas tengo suficiente para producirme una hiperglucemia (o subida de azúcar si no fuese tan pedante), pero mi caja de bombones vital es de calidad extra y de tamaño XXL, aunque hay momentos en que me cuesta reconocerlo y apreciarlo...siempre queremos más.
En este último día de vacaciones, bien ganadas por otro lado, estoy sentada disfrutando de una vista espectacular y un momento de total relax y calma difícilmente superables...todo gracias a unos de esos bombones que están bien colocaditos en la caja de mi vida actual.
Los últimos días han sido de reafirmación de que me ha tocado la mejor caja posible, muchos elementos y de diferentes formas, colores y sabores. Bien ordenados y protegidos por un bonito papel y una tapa delicada pero firme. Lo que si os digo es que no es recomendable dejar la caja encima de una mesa o en un aparador para que luzca su belleza cuando vengan las visitas, tenéis que abrirla, disfrutarla y acabarla, luego vendrá alguien y os regalará otra para poder seguir degustando pedacitos de chocolate, algunos regados de licor (o mejor con un poco de buen vino), otros con un fruto seco en su interior o rebajado con leche (para los que no se atreven con el cacao más intenso). Cada bombón guarda algo en su interior. Cada uno de nosotros formamos parte de la caja de alguien, o mejor dicho nos clonamos para estar en la de cuantos más mejor.
¿Os habéis parado a pensar alguna vez que todo puede ser peor? A disfrutar de la vida, solo tienes una. Yo estoy en ello.
PD: Me parece que me ha dado un subidón de azúcar peligroso...es el riesgo del exceso de chocolate y veces no me reconozco.
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