Cenorra digna de mención la de ayer noche: croquetas caseras, mejillones con vinagreta, crema de verduras de la huerta y arroz de otoño. El postre me lo salté pero es porque yo soy poco dulce (en general, no solo en gustos) pero deciros que era una copa de mousse de nata y fresas de plantación propia. Lo que no perdoné fue la cata de licores caseros...pero solo probarlos.
Después de dejaros babeando empiezo con la etapa de hoy.
Ya estaba en el coche y la dueña de la casa rural me ha regalado un trébol de 4 hojas para que me diera suerte. Yo no me quejo de mi vida pero en alguna cosa puede mejorar así que lo guardaré y esperaré (yo ya hago intentos pero hay cosas que no cambian o no se entienden). Dejando la filosofía a un lado os diré que hemos comprado un par de décimos para el sorteo de Navidad y los hemos restregado por ellas hojas de la planta herbácea...¡toma raciocinio!
La etapa de hoy ha estado marcada por la lluvia, en momentos intensa pero que la ha dado un aire de épica a nuestro pequeño esfuerzo. Un total de 17,5 km con subiditas pero sin la inclinación de ayer y casi toda ella discurriendo por caminos de bosque muy bonitos, o al menos eso me ha parecido por que casi siempre he ido con la mirada fija en el suelo para no tropezar, meter los pies en los charcos o resbalar...y no ha pasado nada de esto.
Vuelvo a notar la gran diferencia con respecto al Camino Francés que hice el año pasado, no hay lugares para descansar, resguardarte o reagruparse. Caminas, caminas y ves alguna casa aislada o pequeñas aldeas pero la gente y los servicios brillan por su asusencia. Hoy incluso hemos tenido un pequeño despiste por falta de señalización en un cruce y gracias a el...hemos tenido la suerte de encontrar un bar para descansar (mención a los lavabos...los de Cuentame son de diseño al compararlos)
Al final hemos llegado a puerto (¿pillais la ironía?...casi íbamos en barca je,je) y hemos disfrutado de una comida de recuperación con judías verdes incluidas que estaban de muerte.
Ahora estoy reposando mis huesos en la cama de un hotel rural cuyas paredes son una verdadera exposición de pintura gallega, espectacular y acogedor. Espero que la cena sea de vicio otra vez.
PD: no me gustan las judías verdes, este Camino va a hacerme recapacitar y cambiar muchas cosas de mi...pero lo de las judías lo vamos a dejar como estaba, ha sido un espejismo o una necesidad.
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