Yo vi a los Reyes Magos, os lo juro, los vi. Pasaron por delante de la puerta de mi habitación y desde la litera de arriba los vi pasar con corona y todo. Cada uno que piense lo que quiera pero en mi cabeza y en mis recuerdos está ese día grabado y nadie me lo va a quitar, ni siquiera ese gordo vestido de rojo que invade nuestras Navidades y sube por los balcones enredandose en las luces de dudoso gusto con los que algunos pretenden alegrar e iluminar la Navidad.
Yo no comparto esta necesidad de llenar las fachadas de conjuntos lumínicos variados, rojos, amarillos o azules. Lo siento me parece una horterada supina.
Hoy he ido a participar de la Navidad de la manera más habitual...comprando juguetes y os puedo decir que algunas cosas han cambiado desde que yo era niña pero otras no.
No cambia la cantidad de gente que apura las últimas horas. No cambia ver niños por la planta de juguetes junto con adultos que compran y preguntan y vuelven a preguntar. ¿No os habéis parado a pensar que debería estar prohibida la entrada a niños en las jugueterías durante estos días? Yo creo que si. Es demasiado obvio que los regalos se compran y los niños no son tontos. Además es demasiado esfuerzo ir controlando lo que dices por si hay un niño cerca. Dejarlos en casa y compraremos más tranquilos (tenia que decirlo).
Lo que si cambian son los juguetes. Hoy buscaba a una tal DracuLaura, una Monster High con el pelo rosa y negro. La que buscaba a Jaques seguro que tuvo más suerte que yo. Os comento además que la susodicha Laura es un regalo para dos niñas de 5 y 6 años respectivamente, si no fuese por que las quiero la muñequita se la compra la tía Pepa ¡qué horror!
Paseando, o mejor dicho esquivando por los pasillos he visto a las Barriguitas ¡lo que han cambiado!, las nuestras eras mucho más bonitas, más dulces, eran como un bebe en miniatura. Las de hoy tienen la mirada más agresiva, no me gustan. Y tampoco me gustan los nuevos Pin y Pon. Y esto si me duele porque tengo una historia con los originales. Os vais a reír pero cuando yo hacia la carrera me regalaron unos Pin y Pon y mi madre aun recuerda que estudiaba exámenes de medicina con los muñequitos en la mesa, mi fuerza secreta ja,ja.
Y ayer, día de la lotería más esperada, del año, me dí cuenta que tampoco cambia el postsorteo. Creo que las televisiones se podrían ahorrar un buen pico si pusiesen las imágenes de los años anteriores. Las mismas declaraciones, los mismos comentarios, el mismo cava servido en vasos de plástico (sacrilegio añado) y la misma desilusión de los no agraciados con premios monetarios y que nos conformamos con la salud , la familia y el trabajo. Pues qué os voy a decir, yo me conformo, de hecho firmo tener un año como el pasado. Llámame sensiblona y ñoña pero es así.
No cambian los resúmenes del año, los especiales, los programas que pretenden ser entretenidos y son un coñazo o las películas de siempre que hemos visto miles de veces. La pregunta que me hago es ¿las televisiones pretenden ganar o perder audiencia con estas programaciones? Yo creo que no lo tienen claro.
En mis Navidades del recuerdo hay algunas cosas que tienen un lugar destacado: el torneo de baloncesto del Real Madrid (esos Corbalán, Martin, Romay, López Iturriaga...), los saltos de esquí de la Primera (que mejor para quedarte out delante de la tele después de haber llegado a las 7 de la mañana y levantarte para comer), o el concierto de Año Nuevo desde Viena, las campanadas de la Uno (paso de TV3, de Telecinco o de Cuatro, las campanadas son las de la Puerta del Sol y no se hable más).
Ya lo he dicho alguna otra vez, soy mayor y punto pero estos son mis recuerdos.
Lo que si os puedo decir es que no soy de las que felicita las fiestas, respondo con un "igualmente, gracias" si me felicitan, pero a mi me cuesta aceptar hacer las cosas porque está bien visto hacerlo.
No me gustan los mensajes edulcorados. Este año me he reído un rato con el gato ese que habla con acento andaluz, o con algún mensaje sobre las comidas y los deseos de tener una cuenta muy gorda y un cuerpo muy delgado ¡en ese orden! Todo lo de ilusión, esperanza, amistad, bla, bla, bla , me sobra.
No me gustan los mensajes edulcorados. Este año me he reído un rato con el gato ese que habla con acento andaluz, o con algún mensaje sobre las comidas y los deseos de tener una cuenta muy gorda y un cuerpo muy delgado ¡en ese orden! Todo lo de ilusión, esperanza, amistad, bla, bla, bla , me sobra.
Yo os deseo lo mejor durante todo el año aunque no os lo diga ni os mande una felicitación.
PD: Esta entrada se la dedico a Chema, se que lo estás pasando mal y sabes que estoy contigo y con los tuyos. No te mereces que tus Navidades futuras tengan el recuerdo de estos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario